42. DEMOCRACIA Y EDUCACIÓN

John Dewey fue sin duda uno de los filósofos y pedagogos más brillantes del siglo XX.
Justamente una de sus obras quizás por la que más trascendió se titula “Democracia y Educación”. Una presentación pragmática en la que la ética, el sistema democrático y la educación van de la mano.
Para Dewey la educación es el gran secreto de la reconstrucción del orden social y el educador es un guía y orientador de los alumnos.
¿Qué candidatos de los últimos tiempos en nuestro país plantearon un verdadero programa educativo? En general, el electorado se ha volcado a decidir de acuerdo con sus intereses económicos y poco le ha interesado indagar sobre los proyectos educativos propuestos. No basta con haber aumentado los presupuestos educativos como ha venido ocurriendo, en términos generales, con los gobiernos de los últimos años.
Es más. Se han confundido términos antagónicos como autoridad/autoritarismo; democracia/demagogia. Y junto con esa confusión se ha distorsionado la escala de valores, fundamental para el desarrollo de toda sociedad.
Es cierto que la Educación es un problema de todos. También lo son la Salud, la Justicia, la Seguridad y las Obras Públicas, por poner sólo algunos ejemplos básicos.
Pero en este punto radica uno de los males de la educación contemporánea. Con el afán de “democratizarla” todos pueden opinar sobre ella. Y entonces aparecen padres y alumnos determinando y exigiendo contenidos, planes, distribución horaria, gobierno escolar compartido. Por supuesto que exceptuamos el nivel terciario y universitario donde con el porcentaje correspondientes, los alumnos y los graduados tienen su peso de decisión.
¿Acaso cualquier ciudadano puede indicarle a un cirujano cómo debe operar? ¿Puede impartir justicia? ¿Puede planificar los detalles de ingeniería y arquitectura? Por supuesto que no. En cada actividad profesional existen los especialistas formados para ejercerla.
Luego, los padres tendrán el derecho de elegir la escuela en la que quieren formar e instruir a sus hijos. Si será laica o confesional; si será de jornada simple o completa; si será bilingüe o no; si será de gestión pública o privada. Pero son los educadores los encargados de llevar a cabo la tarea de administrar, planificar y evaluar el proceso educativo.
Lamentablemente estas verdades se han transformado en utopías y los mismos educadores han sido los que acataron mansamente el despojo de sus responsabilidades profesionales. Parece como que sólo se discuten salarios y con eso se conforman. Se ha desprofesionalizado la actividad docente.

Invitamos desde estas páginas a recuperar el nivel académico, responsabilidad ineludible que nunca debió delegarse  y a la que nunca se debió renunciar.

ESTE ARTÍCULO HA SIDO REPLICADO TAMBIÉN EN LA PÁGINA "COMENTANDO LA CONSTITUCIÓN"

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