IDIOMA NACIONAL
A lo
largo de los años en los boletines escolares de calificaciones figuraron
distintas denominaciones para el área del lenguaje. Así, por ejemplo apareció
como “Castellano”, “Idioma nacional”, “Lengua”, etc. En todas ellas se
reconocía la autonomía disciplinaria de la lengua como objeto de estudio.
Sumada
a esa cuestión de índole didáctica y pedagógica aparece reconocido el concepto
de ciencia aplicado a la Lingüística y sus derivadas a partir del Curso de
Lingüística General de Ferdinand de Saussure de la década de 1900/1910 y
publicado por sus alumnos en 1916.
Es
evidente que las lenguas evolucionan constantemente, entendiendo por evolución
el hecho natural de cambio. Un cambio nunca impuesto por la fuerza ni
arbitrariamente. En nuestro caso y como muestra histórica, si nos remontáramos
al período del Imperio Romano, reconoceremos que de nada valió el intento de
hacer del latín el idioma obligatorio pues éste se fue diluyendo a través de la
geografía europea dando lugar al nacimiento de las lenguas romance o neolatinas
(castellano, italiano, francés, portugués, rumano y los dialectos derivados).
Suponer
que para visibilizar grupos de diversos géneros hay que cambiar un lenguaje, es
desconocer la evolución histórica de la Humanidad. Sin entrar en la discusión
interminable del concepto de imposición que en este caso parece provenir de los
que dicen defender la libertad de uso. Libertad que por otra parte no está en
juego, puesto que las personas podrán elegir cómo expresarse. El hecho de hacer
el ridículo corre por cuenta de cada individuo.
Lo que
sí debe quedar claro es que la Nación Argentina tiene una lengua
identificatoria: el español o castellano. Y enseñar con signos ajenos al alfabeto occidental y con
morfologías no gramaticalmente válidas atenta contra la formación de los niños
y adolescentes.
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