1. GRAMÁTICA ¿SÍ O NO?
    Los nuevos rumbos que ha tomado la Educación en los últimos años son asombrosos. Ha sido una tarea lenta pero constante de desprestigio, de humillación del conocimiento.
    La pregunta “¿para qué sirve?” nos ha ido llevando inexorablemente al vaciamiento humanístico e intelectual de las generaciones contemporáneas y por qué no, futuras.
    Cuando se estudia una disciplina, se lo hace... para alcanzar determinados objetivos. Algunos de ellos, los de las ciencias “duras” como la Matemática, la Química o la Física han sido la base de avances tecnológicos impensados siglos antes. Si no de qué manera se hubiera podido surcar el espacio desde el histórico “globo”, pasando por el avión y llegando a los cohetes interplanetarios o los satélites artificiales que suelen portar telescopios de alto alcance y aparatos que permiten fotografiar Marte o la Galaxia misma.
    Si alguien se hubiera preguntado para qué se estudiaba el álgebra o la geometría del espacio y se las hubiera eliminado de los “programas de estudio”, esos avances no hubieran existido.
    Ni siquiera hubiera existido la Medicina Nuclear que tanto bien ha brindado a la humanidad en los últimos decenios.
    Pero pasemos al tema central que se enuncia en el título. ¿Qué hacemos con la Gramática? Desde la época de la civilización grecorromana, que es nuestra cuna de origen, los niños estudiaban sus lenguas maternas, incluidos los conceptos gramaticales.
    En la actualidad se ha instalado una verdadera “campaña de desprestigio” del conocimiento gramatical. Analicemos las posturas extremas.
    Cada lengua tiene sus propias características, tanto orales como escritas. Si así no fuera, no hubiera existido la comunicación tal como la entendemos hoy y hubiéramos seguido expresándonos con sonidos guturales o a través de la fuerza bruta para querer expresar y demostrar que nos asistía la razón en una discusión.
    Las gramáticas vinieron históricamente a organizar y a poner en orden las lenguas existentes. Por ese motivo, por ejemplo, a ningún hablante del español se le ocurriría poner los sustantivos antes de un artículo o un adjetivo femenino singular refiriéndose a un nombre masculino plural. Ello nos llevaría a la burla del oyente e incluso a la obtener una incomprensión del texto hablado o escrito.
    Es cierto, nuestros alumnos llegan a la escolaridad sabiendo hablar (nos referimos a niños psicológica y neurológicamente sanos). Algunos quizás con algunos rudimentos de escritura y lectura ya adquiridos. ¿Debemos quedarnos con eso? De ninguna manera. Los maestros primarios y los profesores del nivel medio debemos transitar el apasionante camino que nos hará lograr un “hablante” y un “escritor” que se exprese con corrección.
    Y para ello, sin duda alguna, deberemos recurrir a la Gramática. Si bien no será necesario que nuestros alumnos recurran a los fundamentos disciplinares profundos, sí será necesario que los docentes conozcan, apliquen y conduzcan los mecanismos que son inherentes a cada una de las lenguas que pueblan el planeta. De lo contrario ¿qué sentido tendría formar profesores de Lengua y Literatura? Si la gramática no tuviera sentido podríamos conformarnos con hacernos entender: con una palabra o con un garrotazo.
    El maestro y el profesor deben conocer el sistema lingüístico de su comunidad regional, sea el guaraní, el castellano o cualquier otro. Cómo, si no, procederán a corregir y orientar un texto dicho o escrito por sus alumnos y marcar sus errores de concordancia o el uso de sus conectores.
    Si pensáramos que eso es posible, deberíamos “eliminar” de los diseños curriculares de todos los niveles el área de Lengua y Literatura. Porque si creemos superficialmente que la Lengua se agota en leer un texto y en conversar sobre temas ocasionales, no tendría el menor sentido formar docentes en estas disciplinas. Con sentarnos a escuchar la radio, mirar TV, nuestro último hallazgo tecnológico, o el periódico virtual o de papel, ya estaría cumplido el objetivo.
    ¡Pobre futuro espera a las generaciones formadas por docentes que dejen que cada uno hable y escriba como se les ocurra! Donde los pueblos descuiden su habla y su escritura, donde no exista la norma lingüística y donde no haya nadie que la conozca y por ende que la aplique. Cada vez nos acercaremos más al retorno al primitivismo del ser humano, que por supuesto…no conoció la gramática.

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